martes, 23 de septiembre de 2014

Si te cortan las alas, no pueden pretender que vueles. Si me corto las alas, nadie me pedirá volar.

¿Acaso nunca te has sentido así?
Nunca has estado tumbado en el suelo, encogido, ahogándote en tus propias lágrimas, muriéndote de frío, aunque, buscas eso: el frío. Buscas congelar el tiempo, o congelarte tú. Miras el techo intentando no pensar, no sentir, no existir, no vivir. Me duele la vida, y me duele vivirla.
Y mientras estás ahí, tumbado, abrazando al suelo, temblando (por fuera y por dentro) sientes una mínima esperanza y anhelo de que llegue alguien y te abrace. Sólo un abrazo, sin por qués o cómos. Solo necesitas saber que no estás solo. Entonces empiezas a pensar, a echar de menos de más, a tararear canciones estúpidas con tal de no escuchar la voz de tu cabeza, las voces de fuera.
Últimamente este proceso se repite mucho.

Sólo quería reflejar cómo me siento, en mi pequeño rincón, donde nadie lee, nadie juzga y nadie siente compasión. Sólo quería sentir que alguien me escucha, o me lee.
Sólo quiero explicar que ahora nada es fácil, que ahora nada está bien, que me entran ganas de mandarlo todo a la mierda y no sentirme más así, que mis vómitos de palabras cada vez son más difíciles de controlar, que mis oídos están cansados de escuchar, y mis ojos de ver, que quizá me estoy rindiendo ante todo, o quizá, me estoy rindiendo ante mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario