domingo, 2 de noviembre de 2014

Las cicatrices que no se ven, son las que más duelen.


Si no sé seguir, ni sé llorar, y no me sale reír, dime al menos que vas a estar ahí cuando yo caiga, cuando la vida golpee fuerte y me sienta tan sola que me entren ganas de morir, dime al menos que vas a estar ahí, abrazándome a tu manera, diciendo que todo irá bien aunque sea mentira.
Me paro a pensar, ahora, a oscuras en esta habitación, si este atisbo de mala suerte lo es en realidad; si mis pérdidas de este año han sido ganancias y mis ganancias, pérdidas.
Me pregunto si he aprendido lo que se supone que debía aprender, o si por el contrario he dado pasos en falso convirtiéndome en peor persona. Al menos hay algo que sé seguro : ya no soy esa chica.
He perdido la vergüenza, el orgullo, la dignidad, la virginidad, la consciencia, la noción, la sonrisa, he perdido personas, amigos, dinero, cosas. He perdido la cuenta.
Las dudas en mi cabeza son las mismas, si soy mejor o peor, si he madurado o simplemente soy más zorra. No lo sé, que alguien me lo diga. De momento os aseguro que estoy llena de cicatrices de cada batalla, de cada vez que he luchado por algo o por alguien, y lo admito, casi siempre en beneficio propio.
Supongo que la vida me está diciendo :" Eh, Tes, afloja, baja de la nube, no creas que por planear tu vida, va a salir todo como quieres, ni creas que todos van a seguir a tu lado sólo porque les quieres"
¿De qué me sirve aprender esto ahora? Si sólo veo cómo mis sueños se desvanecen a medida que me desmorono en un mar de lágrimas entre cuatro paredes rodeadas de poesía.
A veces hasta yo misma me sorprendo, me miro en el espejo y digo : ¿wow, en serio eres capaz de llegar hasta aquí? Y no me da vergüenza, ni arrepentimiento. Y eso me asusta. Nunca fuí afín a lo políticamente correcto, pero ¿cómo saber si estoy sobrepasando los límites morales? De hecho, ¿no se supone que esos límites me los pongo yo? Pues para saber cuáles son, tendré que sobrepasarlos.
Está bien eso de pensar en las consecuencias, la verdad, no es que yo lo haga habitualmente, pero lo que me asusta de todo esto de los límites es que antes de cruzarlos (o de no cruzarlos) me he parado a pensar en las consecuencias, y me han dado igual. He pensado: esto está mal visto, pero ¿está mal hecho? Esto lo critican, pero ¿a tí te gusta? Esto, no debes... pero ¿tú quieres?. Y sí, lo he hecho, me he sentido peor por lo que diría la gente que por lo que me diría yo.
Mis consecuencias conmigo misma no conllevan arrepentimiento, mis consecuencias con la sociedad, por el contrario, me producen cierto rechazo, y en los momentos de lucided  digo : joder, que les den, es tu vida, es tu cuerpo, es tu tiempo, es tu decisión, por qué ellos tienen que decirme : "te vas a arrepentir" . ¿Acaso me conocen mejor que yo misma?
Me arrepiento de ser una mentirosa. Sí, una mentirosa que no cuenta toda la verdad con tal de no escuchar sermones. Debería llevar una "M" cosida al pecho, como en la letra escarlata, pero en vez de "A" de adultera, "M" de mentirosa, lo de zorra es algo que lo luzco con orgullo. Hace poco escuché que una chica decía " soy una zorra muy zorra, y me encanta. Ser zorra es ir un paso más allá que la sociedad" Y¿ sabéis qué? que yo también soy una zorra muy zorra, y también me encanta.
Y puede que mis decisiones no sean las más acertadas, puede que me equivoque, y a los hechos me remito, pero de algo estoy segura: son MIS decisiones.

No hay comentarios:

Publicar un comentario