Lo cruzas, hipnotizada por las luces que iluminan Madrid de fondo, eres un espectador de tan romántica estampa. Apenas se escucha el ruido de los coches mezclado con mi respiración, cada vez más acelerada. Hay un vacío en las calles, y otro en mi alma rota, rajada, usada.
Hace frío, pero es éste la verdadera esencia del puente suicida, y de todo lo que eso conlleva.
Muchas veces, no existe un motivo para cruzarlo, simplemente hay algo en ti que te lo pide, y tú le haces caso a esa voz interior: paseas, piensas, lloras, gritas, cantas, y todo te da igual una vez que lo has cruzado. Piso letras, palabras, frases, pisas recuerdos, momentos amargos y dulces van quedando tras mis pasos. Miro al suelo, miro al cielo, ¿qué cojones estoy haciendo?
El frío solemne me acecha como un depredador a punto de atacar a su presa, y me encuentro en medio de un mar que brota repentinamente de mis ojos.
Pienso qué siento para estar ahí, así, y soy incapaz de responderme. No lo entiendo, no me entiendo.
Pienso qué siento para estar ahí, así, y soy incapaz de responderme. No lo entiendo, no me entiendo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario