martes, 9 de diciembre de 2014

Aquello por lo que la vida merece la pena. رقص

Mucha gente piensa que estar parada mola. Que es genial eso de no tener que ir a clase o al trabajo, pero lo cierto es que no mola nada. Todo lo contrario.
Te sientes como si hubieses fracasado como persona, como si hubieses fallado en la vida. Empiezas a plantearte por qué estás aquí, malgastando el día a día de forma involuntaria, cuál es tu cometido, por qué no está otro en tu lugar, alguien que hubiera sabido hacerlo mejor desde un principio. Pero no, eres tú la que está ocupando ese pequeño lugar en el universo, y que no sabe cómo hacer uso de su privilegio.
Puedo pasarme horas mirando a un punto fijo en la pared, y no sentir nada. Vacío. Como si el tiempo se hubiese detenido para mí, sólo que, para el resto del mundo, las agujas del reloj siguen cambiando de hora. Es... como ir en un tren sin saber el destino, y ver al resto de pasajeros con sus maletas y sus cascos del ipod, y ver cómo se van bajando en diferentes paradas mientras tú esperas la tuya. Sólo que no llega. Nunca llega. Y vuelves a preguntarte por qué. Por qué tú, qué hiciste mal, o qué no hiciste bien. Y la respuesta a tus preguntas tampoco llega.
Verte sumida en un círculo vicioso que gira y gira sin sentido es horrible, pero aún peor es verte sumida en un círculo vicioso y no poder hacer nada. Lo peor de una mala situación es no poder cambiarla. Y sí, hay otras cosas, cosas buenas que superan las malas, pero las malas ganan por dentro. Lo que no se ve es lo que más duele, dicen. Es solo que a veces me faltan fuerzas y me puede la amargura. Las voces reales desaparecen y sólo tengo oídos para aquellas que yacen en mi interior y que de vez en cuando despiertan de forma intensa y voraz, y me deboran dejándome débil y sumisa a ellas. A veces, sólo escucho música con la luz apagada, fingiendo que es de noche, y que todos están dormidos y en silencio, aunque en el fonde sepa que es mentira y que me estoy engañando a mí misma. Es para no sentirme viva, para esconderme del mundo y esconderme de mí. Para dormir esas voces interiores que tanto gritan y tanto molestan.
Y cuando me siento así, pienso en esas cosas buenas, pienso en aquello que me hace sentir especial, única a mi manera, aquello que hace que me olvide de todo y que además no sea en vano.
Por eso quiero tatuármelo en la piel. Quiero llevar conmigo aquello que me llevó consigo durante tanto tiempo. eso que me quitó cosas pero me brindó otras. Quiero llevarlo en la piel de por vida, y cuando me sienta así, podré mirarlo y recordar que tengo motivos por los que luchar, por los que no rendirme y por los que sentirme orgullosa. Para que no se me olvide quién soy.

viernes, 5 de diciembre de 2014

Y que le jodan a las miradas de la gente.

Estoy completamente perdida, preguntándome a mí misma cuáles son mis metas, dónde estoy y dónde quiero ir . Y la verdad, no lo sé.
No sé qué quiero, y por mucho que cierre los ojos para imaginarme en un futuro, no veo nada claro.
Sólo veo obstáculos en mi camino que hacen que me plantee si son señales que me alertan de que estoy tomando la dirección equivocada, o son pruebas que se me presentan para ver de qué soy capaz con tal de no rendirme.
Ésta no es la vida que he elegido tener, y desde luego no es la que me gustaría tener en un futuro, y eso, por desgracia, muy poca gente lo entiende. Algunos simplemente se resignan a vivir condenados, como si no estuviese en sus manos cambiar su destino, en todo momento tenemos elección, aunque suene duro, aunque suene remoto y casi imposible, la tenemos. Es cierto que a veces, las circustancias nos hacen tomar decisiones que resultan equívocas, pero al fin y al cabo son decisiones propias. Puede que tengamos que elegir camino demasiado pronto, que no tengamos claro lo que queremos, porque joder, divina juventud alocada, pero es lo que creemos querer. Si en tu futuro te arrepientes, no hay vuelta a atrás, cierto, pero puedes cambiar a partir de ese momento.
Yo soy de esas que creía tenerlo todo claro. Ya sabes, sus metas, sus sueños, su futuro... y a pesar de ser una persona insegura en miles de aspectos, eso siempre lo supe, y ahora dudo. Joder, dudo, a estas alturas... y no sé si busco el camino fácil, o es que realmente las cosas no las tengo claras. No todo el mundo es capaz de saber qué quiere hacer con su vida, es una decisión que va a determinar la misma, por dios, con 17 años qué vamos a saber. Tendríais que ver las caras de los adolescentes asustados en selectividad, o el día que salían las notas. Se olía el miedo en el ambiente, y más de uno lloraba por dentro, y entre todos se miraban como diciendo " tranquilo, sé cómo te sientes, yo también estoy asustado". No sé si es pronto para decidir, pero ahora, que hacemos las cosas casi sin pensar, que somos el drama personificado, ahora... creo que este tipo de decisiones están de más.
Hoy por hoy estoy perdida, pero lo que más me molesta, no, molesta no... lo que más me duele es ver la mirada impasible de la gente cuando me mira, pensando "pobrecita, verás cómo va a acabar".
Que ahora no sepa nada, no significa que no vaya a salir a flote, ni mucho menos significa que vaya a acabar siendo una pobre infeliz, si en el fondo soy transparente, mis ojos hablan por mí, y está claro cuándo estoy feliz y cuándo quiero que la tierra me absorba como a una planta.
El otro día escuché el término "felicidad intermitente", y me pareció tan genial, que tenía que compartirlo. Ya sabéis, mis teorías de la felicidad a ratos por fin tienen un nombre.
La vida es felicidad intermitente a toda costa. Altibajos emocionales, cambios de planes, y cambios de decisiones. Sólo quiero decir que no os asustéis, que está bien tener miedo, pero que los miedos hay que enfrentarlos, que no puedes vivir en una burbuja por temor a fallar o a equivocarte, que si en ese momento quieres algo, consíguelo. Que siempre hay tiempo para cambiar.
Sea lo que sea , ve a por aquello que te haga feliz.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Diciembre Dulce

Tengo la certeza de que existe ese algo único e inexplicable, ese vínculo infinito con la vida que te lleva a lo más alto en cuestión de segundos. He aprendido a engañar aún sabiendo que soy engañada, a jugar al mismo juego, y a jugar mejor. He aprendido que la vida no te da lo que mereces, pero te pone pruebas para saber si lo mereces.  He aprendido que hay cosas que se nos presentan de forma inesperada y que sin ser el ombligo de nuestro día a día nos hacen felices y plenos. He aprendido a no rendirme. Diciembre dulce, bienvenido. Tengo muchas esperanzas puestas en ti, no me falles. No dejes que esta vez me de la ostia. Diciembre dulce de cumpleaños, de marcas en la piel de por vida, pero sobre todo diciembre de escenarios.  Posiblemente si me pregunten en qué lugar soy más feliz no sabría contestar de improvisto, pero ahora os puedo decir que soy feliz sobre un escenario. Desafiando al público con la mirada,  casi sin distinguir sus caras,  aun sabiendo que sus ojos están puestos sobre mí. Los nervios previos a salir a escena, los imprevistos que surgen en los camerinos, las lágrimas derramadas y el esfuerzo en los ensayos, reflejados en unos minutos de bendita gloria. Y los aplausos... Definitivamente bienvenido Diciembre y todas tus sorpresas.