domingo, 13 de diciembre de 2015

Almas de papel.

¿Conoces la teoría del papel arrugado?
Sí hombre, eso de que cuando arrugas un papel y lo estiras ya no está igual. No está roto claro, pero ya no es lo mismo. Bueno, pues la vida es exactamente así. Cuando alguien te golpea fuerte más allá de las costillas, no vuelves a ser el mismo. 
¿Sabes? Me gusta que te guste la papiroflexia emocional. Me gusta que juegues con mis instintos y nos conviertas en algo etéreo. Dormir piel con piel en agosto, en enero. Tu voz, tu aliento.
Mi día a día se ha convertido en una sucesión de apuntes en sucio en una libreta del tamaño de mi mano y cubatas sin hielo los fines de semana. Y no sé qué vicio es peor.
Todos mis consejos parecen sacados de un libro de autoyuda y lo que menos hago es eso, autoayudarme. Me hundo contigo.
Contigo contigo contigo contigo contigo contigo contigo contigo contigo. Salto al vacío, cualquier suicidio mejor que sin ti.

Puede que no esté acostumbrada a perder y el kama haya venido a recordármelo.

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