Te quiedio; te quiero y te odio.
Hace sol. Estamos en otoño, los árboles se tiñen de miles de colores y la gente empieza a refugiarse del frío, pero hoy hace sol. No sé si es porque estoy contigo o simplemente casualidad, pero todos los universos que nos rodean parecen estar en armonía. Madrid está igual de mágico que siempre y se me olvida que es domingo. Me olvido de los problemas, de los relojes y cierro los ojos dejando que los rayos de este cálido sol acaricien mi piel.
Caminamos descompasados y callamos más de lo que hablamos, pero no importa, nuestros silencios no son incómodos, son esa clase de silencios que se disfrutan, de esos que te aportan mucho más que un puñado de palabras banales. Me río, a pesar de todo me río y pienso : joder, ¿no es eso lo más importante? Entonces sé que la despedida merecerá la pena, que lo que venga después nunca estará a la altura de este delicioso instante.
Paseamos por el retiro entre familias, parejas, grupos de amigos, y nos veo diferentes, pero me gusta.
Acabamos sentados en un banco contemplando el huracán de energía y vitalidad que nos envuelve y nos perturba, y de repente empieza a sonar La valse d'Amèlie en un acordeón y empiezo a sentirme como en un sueño. Me miras y te ríes, porque sabes que es mi peli favorita, y yo apenas puedo creerme lo perfecto que es ese momento...
Le das unas monedas aunque sabes que nunca podrías pagarle por el regalo que acababa de hacernos.
Así que sí, las lágrimas de después merecieron la pena, aún la merecen porque aquellos instantes, aquella felicidad momentánea, es eterna.
Te quiero porque estuviste y te odio porque no estás.
domingo, 27 de septiembre de 2015
sábado, 19 de septiembre de 2015
El espejo del alma.
No lo entiendes, porque tienes una venda en los ojos que no te deja ver, que la inspiración es algo que llega solo y no puedes suplicarle al cielo que te envíe un paquete de sueños. Pero tú qué vas a entender... Tienes el alma envenenada y no eres capaz de admitirlo porque verdaderamente no lo sabes. Tienes miedo de volar, de creer en la magia, pero lo que no sabes es que hay magias tan reales que puedes tocarlas. Pero tú solo tienes fe en aquello que ven tus ojos y ni siquiera los has abierto del todo. Quiero invitarte a sentir, a liberarte de tus miedos, a saltar al vacío, ojalá supieras todo lo que te estás perdiendo y dejaras caer esa venda que te impide ver más allá de tus complejos.
Lo que más me entristece de todo esto no es que no aprecies la belleza, sino que nunca llegarás a apreciarla. Nunca llegará a pasar, no quieres que pase. Puedo ver cómo te alejas de mí cada día un poco más, miro dentro y ahí está, y tú sin saberlo. No sabes que te voy desqueriendo poco a poco, que coy batiendo mis alas y te dejo atrás porque no has querido volar conmigo y nunca lo harás. Me siento libre y limpia y cuando giro la cabeza para verte sólo veo cadenas y una gran variedad de grises. Y tú, pobre, porque no lo sabes.
Lo que más me entristece de todo esto no es que no aprecies la belleza, sino que nunca llegarás a apreciarla. Nunca llegará a pasar, no quieres que pase. Puedo ver cómo te alejas de mí cada día un poco más, miro dentro y ahí está, y tú sin saberlo. No sabes que te voy desqueriendo poco a poco, que coy batiendo mis alas y te dejo atrás porque no has querido volar conmigo y nunca lo harás. Me siento libre y limpia y cuando giro la cabeza para verte sólo veo cadenas y una gran variedad de grises. Y tú, pobre, porque no lo sabes.
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