martes, 22 de marzo de 2016

Calles, portales, andenes.

Dueles. Quemas.
Y aún así, te juro que volvería una y otra vez a mojarme con la lluvia aquella madrugada de octubre. Y volvería a sentarme contigo en las escaleras del metro, empapada de agua y de dudas. Y volvería a besarte bajo el cartel de " Gran Vía" al despedirnos, porque aquella sensación al volver a casa y ver que amanecía, y que joder, incluso salía el sol no volverá a repetirse. Porque nunca más será la primera vez. Porque no volveré a conocerte y tampoco volveré a despedirme de ti . 
Curioso ¿no? Qué poco valoramos las primeras veces, como si pudiesemos volver a vivir todos y cada uno de los detalles una y otra vez. Y somos tan gilipollas que no reaccionamos hasta que esas primeras veces se convierten en recuerdos, cuando hemos perdido el juego y sólo entonces, nos damos cuenta de que, joder, no era un juego y dolía. Lo contrario pasa con las últimas veces. Cuando sabes que será la última vez lo experimentas como si paradójicamente fuese la primera; pones tus cinco sentidos, te autoconvences de que por ser la última vez será especial, que es la que más vale, la que más cuenta. Al final, la primera y la última serán recuerdos, serán pasado, serán un periodo de tiempo invertido en un periodo de tiempo y habré aprendido y habré crecido y vendrán cosas mejores y peores, y seguiré autoconvenciéndome de que así será.

La primera vez que te vi me sentí como un niño antes de abrir los regalos la mañana de reyes.
La última vez que te vi me sentí como cuando ese niño se entera de que los reyes magos no existen.

Y aún asi, te juro que volvería a mojarme con la lluvia aquella madrugada de octubre.

domingo, 13 de marzo de 2016

Razón o emoción.

Lo más difícil de dejar atrás a una persona es dar el primer salto. Reunir las fuerzas suficientes para quitarte la venda de los ojos y decir: joder, no puedo más. Dejar que esta vez el hemisferio izquierdo del cerebro haga su trabajo.
Mentiría si dijese que ya no te lloro por las noches, o que no me pongo nerviosa cuando huelo tu perfume entre la gente y giro la cabeza acojonada, esperando encontrarte a mis espaldas.

Me gustó. Me atrajo ciegamente que aparecieras y me salvaras y te odié cuando me hundiste en el fondo de tu pecho.
Hay heridas que no sanan nunca y otras que sanan con el tiempo . Y sólo espero que la suerte esté de mi parte esta vez.

domingo, 6 de marzo de 2016

Volverás


Sé que odias las despedidas; después del último beso nunca te giras para verme marchar. Lo sé porque yo si lo hago.
Por eso no nos hemos despedido, aunque a decir verdad tampoco hacía falta.
Me hubiese gustado decirte mil cosas que quedaron en el tintero, y mira que te he retratado entre líneas infinitas veces...
Irme ni siquiera fue una opción y ahora se ha convertido en una prioridad.
En el fondo me gusta pensar que volveremos a cruzarnos. Volverás, y eso que todavía no te has ido del todo, pero quizá cuando vuelvas yo ya no esté.