martes, 7 de abril de 2015

¿Qué viste en ella?

Pues... verá... no sabría decirle con certeza.
Yo siempre fui de los que se sienta en el banquillo, jamás habría soñado formar parte de ella.

Aunque no lo crea, no era de ese tipo de chicas que intenta ser el centro de atención, ya sabe, de esas que usan minifalda con el único propósito de acaparar las miradas ajenas. Ella no era así, y sin embargo, por mucho que tratara de pasar desapercibida, le era prácticamente imposible.
Eres tonto si no te giras para mirar su culo cuando pasa. Joder su culo... una verdadera obra de arte. ¡Qué digo, toda ella es arte! Y risa, y hambre, y ganas. Y contemplarla es... como un orgasmo visual, lo juro, no exagero cuando le digo que la primera vez que la vi no supe reaccionar, que casi muero en un intento por acercarme a ella. Y si entramos en detalles, lo primero que me cautivó fue el olor de su pelo movido por la suave brisa primaveral, que su piel era tanto blanca como dorada bajo el sol, y cómo no, el brillo de sus ojos, tan llenos de vida. Toda ella era como un sueño tan perfecto, que a veces dudaba si era real. Y entonces me di cuenta de que no despertaba, que ciertas cosas son posibles, y no lo creí hasta que la conocí a ella.

Usted me pregunta si la echo de menos, pero es mucho más que eso: a día de hoy mataría por ver una sonrisa escondida en la comisura de sus labios por última vez. Algunos lo llaman amor ¿sabe?, pero yo prefiero llamarlo magia. Magia dulce son sabor a fresas y a canela. Y claro, echo de menos volar con ella, teletransportarnos a galaxias lejanas sin salir de la cama o ver las estrellas bajo las sábanas.
A mí personalmente, me hacía tener un hambre voraz cada vez que la veía, me encendía como a una hoguera cuando se dejaba caer el tirante de la camiseta y me miraba sujerente apoyada en la puerta. Y juro que dejaba de ser yo y me entregaba completamente a ella.
Y nunca tuve miedo de decírselo, porque era verdad: era mi dueña. Aún lo es, y a menudo pienso que siempre será así. Que una parte de mi es suya, y por mí, que se la quede.

En fin...jugó conmigo de mil maneras, por dentro y por fuera, pero ya sabe lo que dicen, eso de que "no hay más ciego que el que no quiere ver" Y yo sólo la veía a ella. Y no podía dejar de hacerlo, siempre acababa rindiéndome a sus encantos de Diosa. Sabía cómo manejarme, tras esa pose dulce y angelical que te atre al principio, se escondía una pantera, una bestia hermosa, poderosa e inteligente.
Me enroscaba entre sus largas piernas y yo me volvía adicto, sediento de sus besos, sumiso a sus caderas. Es ese tipo de mujer que te hace sentir mejor, no sabes qué hace, ni cómo lo hace, pero le suplicas que no deje de hacerlo.
Así que no me juzgue, cualquiera en su sano juicio se habría vuelto loco por ella.

En un abrir y cerrar de ojos mi sueño se convirtió en pesadilla. Se fue. Se esfumó sin dejar rastro, típico de ella: entró en mi vida por la puerta grande, y así se fue. No sé cuánto tiempo estuvimos juntos, porque perdía la noción, pero por si no lo dije, la conocí en marzo.

Y dicho esto, señor agente, créame cuando le digo que no he tenido nada que ver con su desaparición, si supiese dónde está, ya habría ido a buscarla.
Mi corazón se seca con su ausencia.